martes, 6 de diciembre de 2011
martes, 29 de noviembre de 2011
viernes, 25 de noviembre de 2011
viernes, 18 de noviembre de 2011
Anque sía seronda
jueves, 17 de noviembre de 2011
Lo que le cuesta a Serafín
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Matar a un ruiseñor
-Mira… un petirrojo… ¿no?
-Ay sí…
-¿Recuerdas la primera vez que me hablaste de lo mucho que te gustaban los pájaros?
-Una vez -empezó ella - recuerdo que estaba en la cama, acabábamos de separarnos otra vez y no sé si era de día o de noche. De repente me di cuenta de que no era capaz de recordar la última película que habíamos visto juntos. Tenía muchas imágenes en la mente, de estar echados en mi cama cogidos de la mano, de lo relajada que me sentía, y de haber pensado lo entrañable que me resultaba la imagen de nosotros dos, así. De haberme quedado dormida y darme cuenta por la mañana de que me habías quitado las gafas… Espera no fue con esa peli… ¿ves? Lo mezclo todo… Bueno, la cuestión es que me pasé horas intentando recordar que la película había sido Matar a un ruiseñor - se rió brevemente.
-Hasta el título es apropiado… No paré de recrear todos los momentos que recordaba hasta que dí con el título. En cambio, me acordaba perfectamente de la terraza, del olor a sidra, del verano en el que nos conocimos y yo diciéndote lo mucho que me gustaban esos pajarillos pequeños que están por todas partes y que avanzan, así, como saltando. -Los gorriones- dijiste tú, creo que entre incrédulo de que no lo supiera y divertido… Hasta el que no sabe nada de pájaros sabe lo que es un gorrión- añadiste. Bueno… dije yo, ahora que has dicho gorrión, sí, te puedo decir que lo conozco.
-Es verdad, dijo él suspirando y sonriendo al mismo tiempo. Bueno ahora ya es distinto, ¿no? Si paseas por la ría hasta sabrías lo que es un cormorán- añadió riendo.
martes, 15 de noviembre de 2011
Taller de corazones. Artesanía para el mal de amores
Su trabajo nada tiene que ver con el de un cardiólogo ni su taller con un quirófano. Con una estufa de leña calienta corazones helados; con agujas de plata cose corazones rotos; y con unas pinzas de olvido ajusta la hora de corazones que atrasan para que no se entristezcan con los recuerdos del pasado.