lunes, 6 de febrero de 2012

El árbol que pedía consuelo y el buscar para encontrar



























Esta tarde en lugar de ir directamente para casa estuve caminando un rato por el paseo de la ría. No hacía tanto frío, ni llovía tanto. Pero como ya estaba oscureciendo no me importó disfrutar un poco del aire fresco sin ese horrible cielo blanco que a veces tenemos la desgracia ver más días de los que merecemos.

A veces me pasa que miro las cosas más cotidianas, esas en las que apenas me fijo porque son una parte más de mi día a día y como en tantas ocasiones pienso que el tiempo se me va de las manos, con tanto pensar tan deprisa, lo que en realidad se me va son los días y todo lo que está alrededor. Y hoy que me vi como desde una nube, tan pequeña caminado deprisa, sola y empapada; que miraba alrededor y veía! me sentí extrañamente feliz. De estar donde estoy.

No sé si esto es el mundo al revés. Porque no soy la persona más optimista pero a mí este mal tiempo me pone de buen humor. Así que llegué a casa con voluntad (y ganas) de estar atareada y en esas me encuentro, haciendo tres cosas a la vez.

Además, hacer las cosas con ganas vienes a ser casi lo mismo que hacerlas con pasión. Y como parece que hoy todo encaja en mi cabeza con cierta lógica, se me ocurrió coger uno de mis libros favoritos, abrirlo al azar y encontrarme con el siguiente párrafo:

Las pasiones humanas son un misterio, y a los niños les pasa lo mismo que a los mayores. Los que se dejan llevar por ellas no pueden explicárselas, y los que nos las han vivido no pueden comprenderlas. Hay hombres que se juegan la vida para subir una montaña. Nadie, ni siquiera ellos, pueden explicar realmente por qué. Otros se arruinan para conquistar el corazón de una persona que no quiere saber nada de ellos. Otros se destruyen a sí mismos por no saber resistir los placeres de la mesa... o de la botella. Algunos pierden cuanto tienen para ganar en un juego al azar, o lo sacrifican todo a una idea fija que jamás podrá realizarse. Unos cuantos creen que solo serán felices en algún lugar distinto, y recorren el mundo durante toda su vida. Y unos pocos no descansan hasta que consiguen ser poderosos. En resumen: hay tantas pasiones distintas como hombres distintos hay.
(La Historia Interminable)

Pues dicho queda todo por esta noche. Y yo me duermo hoy con una canción y un vídeo preciosos que me ha regalado esta mañana mi amiga Mari.

domingo, 5 de febrero de 2012

Además

















Porque cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor
Por ser Caperucita a ratos y comerme yo al lobo
Porque las rosas a veces huelen aunque sean de plástico
Y por las cerezas dulces, que nacen en primavera, casi verano



Febrero y el rojo rojo




























Se acabó el mes más triste del año y acaba de empezar uno de mis favoritos. A pesar de la tormenta y del frío polar, de los dolores de cabeza y de las ganas de todo lo que no he hecho, febrero llegó y aunque no soy muy de invierno éste, por ser tan corto, apetece saborearlo.

Y por eso algunos de mis deseos para el 2012 empiezan ahora (aplicables para todas las personas que quieran y quiero)

Quiero...
Estampar muchos besos en muchas caras y algún labio especial
Que el tiempo sí se pueda detener de vez en cuando
Hacer de mi casa un jardín de las delicias
Querer con el corazón (también a mi corazón)
Disfrutar de todos los placeres, sean pecado o no


viernes, 3 de febrero de 2012

Melancolía

Hacía mucho tiempo que no llevaba de emoción mis manos al pecho al final de una película. Me pasó hace poco con Melancholia, de Lars Von Trier. Y hace un par de días Eros pasaba cerca de la tierra sin peligro de colisión. Dicen que el 2012 es el final de nuestros males y bienes. Y a veces no quiero seguir leyendo el periódico, ni sabiendo nada de nada. Dicen que ojos que no ven, o leen, o saben, corazón que no siente.

Quien no quiera de la vida algo mejor no es melancólico, acabo de leer por casualidad en el blog de Juan Cruz (Amistad y Melancolía). Y es que sí, ha sido siempre una especie de extraña compañera que me acompaña cuando menos me lo espero y muy a menudo. Y me cae bien, porque me hace sentir una especie de felicidad y tristeza que a su manera reconforta.

Como aquella casa de un sueño hace muchos años y que recuerdo perfectamente.
La luz de Madrid entrando por una ventana, de una habitación que también recuerdo.
El mar Adriático aquel verano cuando era aún más joven y tenía tantos sueños.
Un pañuelo azul celeste.
Atravesar en autobús Castilla y ese atardecer.
Mirar hacia atrás y verme pletórica de felicidad sin motivo aparente.
Ahora...

Melancolía. En una de las primeras entradas en Google sale Historia de la depresión. Un poco más abajo tendencia a la tristeza permanente. ¿Cómo puedo encontrar placer entonces en ello? No es masoquismo, ni estoy deprimida, ni soy una infeliz permanente... simplemente creo que la vida puede ser mejor de lo que ahora vivimos. ¿No es eso un optimismo mucho más superior que el hecho de simplemente decir todo va a mejorar?

Yo veo lo que quiero ver, a mi modo, sea mejor o peor para quienes quieran verlo de una forma u otra. Si me falta disfrutarlo... puede que me falte, pero entonces dejaría de ser yo misma. Lo que quiero decir es que apreciar la tristeza momentánea no deja de tener algo de bonito.